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¿Es difícil el examen COMIPEMS?

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Si tu hijo está por terminar la secundaria y tiene en mente ingresar a una preparatoria pública en la Zona Metropolitana del Valle de México, probablemente ya hayas escuchado hablar del examen COMIPEMS. Esta evaluación, organizada por la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior, es el paso obligatorio para acceder a instituciones como la UNAM, el IPN, Conalep, CECyT, CCH, entre muchas otras.

Y aunque es común que padres de familia y estudiantes se pregunten “¿qué tan difícil es el examen COMIPEMS?”, la respuesta no es tan sencilla como un sí o un no. En realidad, la dificultad depende de varios factores: desde el nivel de preparación del alumno, hasta la elección de opciones escolares y el manejo del tiempo durante el examen.

Este artículo está pensado para ayudarte a entender cómo es realmente el examen, qué tan retador puede ser, y qué puedes hacer para que tu hijo lo enfrente con confianza.

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¿Qué evalúa el examen COMIPEMS?

El examen COMIPEMS no mide solamente conocimientos memorizados, sino competencias adquiridas durante la secundaria. Está diseñado con base en los planes de estudio oficiales de la SEP y se divide en varias áreas clave:

  • Habilidad verbal

  • Habilidad matemática

  • Español

  • Matemáticas

  • Ciencias naturales

  • Historia

  • Geografía

  • Formación cívica y ética

En total, son 128 preguntas de opción múltiple que se deben resolver en 3 horas. Esto implica que, en promedio, los aspirantes tienen poco más de un minuto por pregunta.

Es decir: más que un examen “difícil” en términos de complejidad académica, puede volverse exigente si el estudiante no está acostumbrado a trabajar bajo presión o no ha desarrollado buenos hábitos de estudio.

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¿Por qué algunos estudiantes sienten que es complicado?

El nivel de dificultad del COMIPEMS no es igual para todos. Aquí te explicamos algunas razones por las que puede parecer desafiante para ciertos aspirantes:

1. Falta de preparación o estudio constante

Muchos estudiantes se confían, piensan que al estar en secundaria ya tienen todo el conocimiento necesario. Pero una cosa es haber visto los temas en clase, y otra muy distinta es resolver preguntas de examen aplicando lo aprendido.

Quienes no repasan o no practican con simuladores suelen tener problemas para reconocer los tipos de reactivos, manejar el tiempo o evitar errores por distracción.

2. Presión por entrar a escuelas de alta demanda

Instituciones como los planteles de la UNAM (CCH, ENP) o los CECyT del IPN son sumamente solicitados. Esto significa que aunque un alumno obtenga un puntaje aceptable, podría no alcanzar el lugar si otros aspirantes tienen mejores resultados.

Aquí es donde aparece la percepción de “dificultad”: no porque el examen sea imposible, sino porque el nivel de competencia es muy alto.

3. Manejo del tiempo durante el examen

Al tratarse de un examen largo, los estudiantes que no saben organizarse pueden quedarse sin tiempo o pasar demasiado rato en una sola pregunta. Esto afecta su rendimiento global, incluso si saben las respuestas.

4. Desconocimiento del proceso

El estrés de no saber cómo funciona el registro, cómo elegir las opciones de bachillerato o qué pasa si no se queda en la primera elección, también suma tensión emocional. Y un estudiante nervioso, aunque sepa la respuesta, puede fallar.

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¿Qué tan difícil es obtener un buen puntaje?

Aquí hay una verdad importante: todos los aspirantes compiten por un lugar, pero no todos buscan el mismo tipo de escuela. Algunas preparatorias piden más de 110 aciertos de los 128 posibles; otras aceptan desde 30 o 40.

Por ejemplo:

  • Preparatorias UNAM suelen requerir entre 100 y 120 aciertos, dependiendo del plantel.

  • CECyT (vocacionales del IPN), entre 95 y 115 aciertos.

  • Conalep o CETIS, a menudo aceptan con rangos más bajos.

Esto significa que la dificultad también depende de la opción educativa que elija tu hijo. Si busca entrar a un plantel muy solicitado, necesitará prepararse a fondo. Si sus opciones tienen menos demanda, el nivel de exigencia es menor, aunque nunca debe subestimarse la evaluación.

¿Cómo puede prepararse un estudiante para reducir la dificultad?

La buena noticia es que, como todo examen, el COMIPEMS puede prepararse. De hecho, miles de estudiantes logran ingresar a la escuela que desean año con año, no por suerte, sino porque se prepararon con anticipación y estrategia.

Aquí algunas recomendaciones prácticas:

1. Usar guías y temarios oficiales

La COMIPEMS publica cada año una guía oficial que incluye ejemplos de preguntas, estructura del examen y consejos. Esta herramienta debe ser el punto de partida para cualquier preparación seria.

2. Resolver simuladores de examen

Hacer simulacros ayuda a familiarizarse con el tipo de reactivos, practicar bajo límite de tiempo y detectar áreas de mejora. Existen simuladores gratuitos y también opciones de pago más completas.

3. Estudiar por bloques temáticos

Organizar el estudio por materias ayuda a que el aprendizaje sea más efectivo. En vez de estudiar “todo al mismo tiempo”, se puede repasar una asignatura por semana, reforzando donde hay más dudas.

4. Buscar apoyo si es necesario

No todos los estudiantes aprenden igual. Algunos necesitan clases en línea, otros prefieren estudiar con amigos o en cursos especializados. Identificar la mejor forma de aprender facilita el proceso.

5. Elegir bien las opciones educativas

Aunque muchos sueñan con entrar a la UNAM, no se debe dejar todo a una sola opción. Es importante incluir varias escuelas, bien pensadas, para asegurar un lugar dentro del sistema.

¿Y si mi hijo no queda en ninguna opción?

Este es uno de los temores más comunes entre padres de familia. Y aunque no es frecuente si se eligen opciones realistas, sí puede pasar. En ese caso, existen alternativas:

  • Participar en la reposición o segunda vuelta (si aplica ese año).

  • Buscar opciones educativas privadas con becas.

  • Entrar a programas de capacitación para volver a presentar el examen el siguiente año.

El punto clave es no dejar pasar la oportunidad de presentar el examen. Incluso si no se obtiene el resultado esperado, haber participado abre más puertas que no haberlo intentado.

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Entonces… ¿es difícil el examen COMIPEMS?

Podríamos decir que es tan difícil como el nivel de preparación del estudiante lo permita. Para quienes se preparan con tiempo, practican con simuladores y conocen bien el proceso, el examen se vuelve un reto alcanzable.

En cambio, para quienes lo dejan al último momento, no revisan los temas o tienen expectativas poco realistas sobre sus opciones educativas, puede ser una experiencia frustrante.

No se trata de un examen imposible. Pero sí exige compromiso, enfoque y una buena estrategia.

Conclusión: la dificultad es relativa, la preparación no

En lugar de preguntarnos solamente si es difícil el examen COMIPEMS, lo más valioso es entender qué implica, cómo prepararse adecuadamente y qué factores influyen en el resultado.

Como madre o padre, tu papel es acompañar, animar y ayudar a que tu hijo tenga toda la información que necesita para tomar decisiones inteligentes. Estudiar con anticipación, elegir bien sus opciones de bachillerato y presentarse al examen con seguridad hará toda la diferencia.

Y recuerda: no se trata de ser el mejor del país, sino de prepararse lo mejor posible para alcanzar una meta personal. El éxito en el COMIPEMS no solo es cuestión de conocimientos, también de actitud y estrategia.